“Aquí no pasa nada increíble. Sólo lo de siempre”. Aunque lo de siempre sea feroz. Aunque lo increíble sea la propia vida, con su dolor y su impotencia. Con su ignorancia y su esperanza. Nada nuevo, retiario, tú eso lo deberías saber.

A veces nos dejamos llevar, pese a nuestra irritación y nuestra resistencia, de una histeria sentimental; caemos en el paroxismo, en la exaltación extrema. Y nos enamoramos de alguien o de algo; de un poema, de un gesto, de una voz, de unos ojos aislados... mismamente de una escultura... de un olor que relacionamos con algo remoto... quizá sólo buscamos una querencia, aquel hueco de infancia en el que los recuerdos no son lo suficientemente nítidos.

Ya sabemos, gladiador, que ni siquiera es fiable nuestra propia memoria...

miércoles, 6 de febrero de 2013

No tendrán sexo, pero son unos huevones.



La canción es uno de los dos temas deMetal Gear Solid 4  Es cantada, en hebreo, por  Jackie Presti.


Ozemet et einai lmishma ha yeri
Mozia kol sheaga
Ah bein rega mithalphe le yehose
Akol avor
She hai be siot
Mitgagat mikol alev

Mieahelt leholam she hazlo dimotav
Halev kvar met
Atikva
Mitgagat ad keav










 Cierro los ojos al sonido de los disparos

Similares a los de un rugido
En un instante soy presa de la desesperación
Todo para aquel
Que vive dentro de la pesadilla
Yace perdido en el fondo del corazón

Deseando el mundo sin más lágrimas por derramar
El corazón yace ahora muerto
Esperanza
Te extraño tanto que duele






Aleppo, Siria. Un indignado niño sostiene un pajarito herido sobre la palma de su mano tras un bombardeo.





           Yo no me explico qué puñetas hacéis algunos.
Ya está debatido y archidebatido que no tenéis sexo; así que no podéis estar en pensando en tías buenas o en cachas perversos, de los que ahora se llevan.
Pero lo que está acreditado es que algunos de vosotros os debéis estar pasando la eternidad tocándoos los huevos.
Y  me resulta de nulo consuelo comprobar que hasta en la mismísima Gloria hay una legión de inútiles. No sé yo mucho –en verdad nada- de cómo funcionan las cohortes celestiales, y si tantos incapaces os habéis hecho acreedores de un despido procedente o una bajada de escalafón en las nubes plácidas. Igual hasta os requisan el arpa para que estéis en lo que tenéis que estar.
No sé qué hacéis los que andáis destinados en lugares áridos y sangrientos, Donde no os entretenéis con bagatelas sobre los cumples en el MacDonals y las clases de inglés. Lo mismo, en las horas tranquilas os reunís, mientras aquellos, duermen si logran hacerlo al alcanzar el campo de refugiados, y os consoláis unos a otros sobre el marrón de custodia que os ha tocado. Y suspiráis por un destino tranquilo en Tampere o en Filadelfia. O competís a ver quién lo tiene más difícil. Lo mismo deriváis en contar batallitas, exagerando, sobre batallas exageradas y atroces, sin diminutivo.
Yo no sé, nadie lo ha revelado, cómo funciona en la corte celestial el asunto de los méritos o la categoría laboral. Ni siquiera sé si os ponéis en huelga. Pero no es de recibo currar de tan mala gana y con tan poca energía cuando se tiene el privilegio de no pisar los suelos. Os habéis debido quedar muy flojitos de musculatura de tanto usar las alas.
No sé si leéis los diarios, veis la tele u os mandan wasaps divinos. 
Pero en Siria, ya que estamos, van muertos más niños que soldados. 
No sé cómo se os queda el angelical cuerpo, pero algo deberías haber hecho a lo largo de tantos siglos. Algo deberíais hacer. 


Y tú, el más, inepto de todos. Tú, el campeón de los negados. Tú, el abanderado de los ineficaces: no te creas que me he olvidado de ti. 
Ayer, hasta hace apenas un par de horas, era cinco de febrero. 
 Hace justo un mes. Cada día se me viene a la mente esa tarde de tragedia formidable. Cada día me lo explico menos, lo comprendo menos... pero me duelo y me conmuevo más...
Y me pregunto qué hacías justo en el momento en que debías proteger al inocente. A tu inocente. A ese que tenías por misión guardar. ¿Te limabas las uñas, te acicalabas la melena o qué? Te tocabas los... ah no, que no tienes. Te tocabas las narices y comestiste la mayor cagada que podías cometer. No sé si sientes vergüenza, además de una desolación que te haga llorar por los rincones más perdidos del Edén.
¿Has contemplado al niño de Aleppo?
¿Has te has abstraído en su expresión de rabia, duda y tristeza ante las alas rotas de ese gorrión?
¿Qué ha sentido tu corazón angélico ante la mueca de sus labios?
Está visto que él y no tú, sí merecía vivir sin dolor, ni hambre, ni pena, ni frío, ni sed, ni miedo, ni angustia, ni soledad. Tampoco él tenía por qué lidiar con la malísima suerte de comerse el marrón de la tierra árida y sangrienta, donde torturan sin compasión ni tregua a pequeños prisioneros de diez años.
Está visto que él tenía que haber sido -y no tú-  el ángel de la guarda. 
No hay más que ver sus ojos. Y sus manos, extendidas como alas protectoras. Quizá a ti te degraden por torpe. Y te mande el jefe a la tierra, a nacer en otro terruño seco y belicoso, (los hay por centenas) donde los hombres se despedazan como fieras dementes, y destruyen a dentelladas de fuego a cualquier criatura susceptible de sufrir.
Al menos tú, ángel incapaz , te merecías esa condena. Él no. Él hubiera hecho tu trabajo mucho mejor. 
No hay más que verlo.









No tienes por qué pinchar aquí abajo. No tienes por qué saberlo. Nada cambiará porque tú lo sepas; no eres tan importante. Así que si prefieres ser cobarde y no ver la cara más dura y feroz de tus congéneres no tienes por qué hacerlo. Pero existe. En el mundo real, además de las rebajas, los corruptos, el fútbol y las vacaciones, existe un infierno de crueldad. ¿Quién sabía dónde estaba Aleppo? No te ilusiones ni calmes tu conciencia creyendo que alguien hará algo por ellos. Y ni siquiera tienes que saber qué gente vive -quizá en este rato ya ni eso- en Aleppo.








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