Y ahora déjame.
Merezco la risa. Tengo compañeros con los que sestear un rato a la sombra de los pámpanos. Compañeros de conversación agradable. Aunque luchen no rezuman odio. Y si entrenamos con el gladium no nos damos refilonazos; nos divertimos... y hacemos un alto, bromeamos, nos llamamos por nuestros nombres y nos sonreímos. Así debe ser, mirmillón. Así, para no enloquecer. Ya es bastante que nos ganemos la existencia como nos la ganamos. Yo ya no quiero sino adocenarme. Hacer amistad con el hispano nuevo, charlar de cualquier cosa con el macedonio que es tan sagaz. Ya está bien, mirmillón. Tengo derecho. No me acorrales más. No te traiciono. Pero me ilusiona la vida. Ya no me empeñaré en que tú sientas lo mismo... pero yo sí deseo sobrevivir a la violencia. Yo sí, mirmillón. Haz tú lo que tengas que hacer.
¿No te das cuenta qué bonita está la ciudad con su muestrario variopinto de poder, de movimiento y de Imperio? ¿Aún no te has dado cuenta de lo hermosa que está Roma? Yo sí.
¿No te das cuenta qué bonita está la ciudad con su muestrario variopinto de poder, de movimiento y de Imperio? ¿Aún no te has dado cuenta de lo hermosa que está Roma? Yo sí.
Yo sí.
¡Qué bueno, Lucius!
ResponderEliminarLucius, te quejas de la edad pero no aprecias que el tiempo te ha hecho sabio... Me admira tu destreza en el arte del blogeo tal como antaño me admiro tu destreza en la lucha. Gracias por poner las letras grandes (Fdo:leon con presbicia)
ResponderEliminarLeón... husmeo, sí tu rubicunda melena.
ResponderEliminarQuizá no me equivoco si aventuro que alguna vez quedamos en tablas...
Ni a ti te ha gustado jamás devorar hombres ni a mí herir bestia alguna.
No me agradezcas poner las letras a mi medida... ¿cómo crees que podría ver lo que escribo si no fuera así? (Los ojos suelen gastarse más rápidamente que el corazón...)
Gracias por dejar tu felina huella.