“Aquí no pasa nada increíble. Sólo lo de siempre”. Aunque lo de siempre sea feroz. Aunque lo increíble sea la propia vida, con su dolor y su impotencia. Con su ignorancia y su esperanza. Nada nuevo, retiario, tú eso lo deberías saber.

A veces nos dejamos llevar, pese a nuestra irritación y nuestra resistencia, de una histeria sentimental; caemos en el paroxismo, en la exaltación extrema. Y nos enamoramos de alguien o de algo; de un poema, de un gesto, de una voz, de unos ojos aislados... mismamente de una escultura... de un olor que relacionamos con algo remoto... quizá sólo buscamos una querencia, aquel hueco de infancia en el que los recuerdos no son lo suficientemente nítidos.

Ya sabemos, gladiador, que ni siquiera es fiable nuestra propia memoria...

miércoles, 18 de julio de 2012

EL PASEO POR LOS CALISTRALES



Paseamos largamente entre los calistros de la infancia.
Entre baño y comida, comida y baño.
Y se nos impregó, como la keratina líquida, ese olor a limpito de los niños con náuticos y raya al lado (ángeles de celestial pijerío, ¿que mal han hecho ellos?), tras el chapuzón vespertino, rezumando cloro azul y merienda de colacao con tostada.




 


Entonces degustamos la fragancia de las flores pegajosas de calistro, con sabor remoto a gominola y sardina, también nos llegó  il viaggio agridulce,  laberíntico y agreste de la memoria jocosa (a veces herida).
Y entre comida y baño, baño y ladridos, ladridos y paseo, paseo y siesta, se presentaron, a la hora del café los italianos...



 




..


 


 
                                       



                                         -

                              
.                                          
                                         




      ¡Qué bosque aquel! 
                           

                                        


(Para VSuiza)

2 comentarios:

  1. ¡Sería maravilloso poder verlas en un cine de verano de los de antes!
    Había un calistro especial, enorme y ahuecado, en el que mi amiga y yo guardamos muchos tesoros y secretos... Le perdí la pista con seis años y ya nunca sabré encontrarlo...
    Mil gracias por regalarme tantas historias ¡Qué magníficos días hemos pasado! Un beso, bonita.

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  2. ¿Y qué guarda el gran padre de los calistros?

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